Imagen y Liderazgo: Un Proceso Estratégico para su Construcción

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Hace unos años, cuando se hablaba de la imagen se solía decir con frecuencia que este recurso de la comunicación tenía un campo de acción muy limitado y que era una cuestión de moda.

Sin embargo, desde entonces a la fecha, las cosas han cambiado mucho. Hoy, la imagen se ha convertido en un activo intangible básico, un recurso estratégico y una herramienta fundamental para el desarrollo no solo de negocios y empresas, sino para la generación de líderes de cambio en todas las disciplinas de la actividad humana.

Dirigentes, servidores públicos, emprendedores, políticos, artistas, ejecutivos y en general toda persona interesada en hacer de sí mismo un canal eficiente de comunicación para ganar ventajas competitivas, están obligados a desarrollar un modelo de imagen que les permita diferenciarse, posicionarse, competir, destacar y asumir con legitimidad los roles que la sociedad les asigna.

El liderazgo es ahora, no sólo es una cuestión de esfuerzo y dinamismo; de riesgos y ganancias; sino de proyección, de percepciones y contrastes; de audiencias ávidas de estímulos y mensajes.

Estamos ante una sociedad cambiante, demandante, compleja, voluble, distinta. En construcción permanente de sí misma; sumida en una búsqueda interminable. Sin orientación y sin referencias, no hay paradigmas, no hay antecedentes, no hay planes ni ideas claras. Alguien, debe –forzosamente- asumir el reto de darle contenido, dirección, sentido, dinamismo, velocidad y énfasis a tales cambios.

Nuestros hijos, nuestros colaboradores, nuestros amigos, nuestro equipo de trabajo, nuestra empresa; el gobierno, la política, los medios de comunicación, los círculos sociales donde nos desenvolvemos, todos requieren de una u otra forma tener un referente claro de liderazgo, una figura que represente nuestros valores y aspiraciones, que asuma los retos y enfrente los riesgos, que coordine nuestros esfuerzos y quien al mismo tiempo sea el ejemplo y modelo a seguir, alguien que mantenga una visión clara de nuestras metas, motivando, inspirando al grupo para ser competitivo y dando claridad en el rumbo. En resumen, alguien que mantenga la unidad de propósito y este a la altura de nuestras expectativas.

Si el final del siglo XX se consideró la época del auge de la información, el inicio del siglo XXI es el tiempo de la comunicación. La imagen es ante todo, un proceso estratégico de comunicación en el que transmitimos a los demás mensajes acerca de nosotros mismos, con el fin de generar una percepción positiva.

La imagen es temporal, se radica en la actualidad del individuo, pero su eficiencia, congruencia y permanencia nos permitirán construir una sólida reputación hacia el futuro o bien modificar los prejuicios, suplantar los vacíos de información u orientar las opiniones que existían de nosotros en el pasado. Es decir, tenemos una imagen, nos hayamos preocupado o no de construirla, la gente nos percibe, nos concibe, nos determina, nos “siente” de alguna manera, somos alguien ahora, eso es inevitable.

No podemos cambiar ni el pasado ni nuestra historia, tampoco a la gente. Lo que sí podemos hacer mediante un proceso de construcción de imagen es cambiar lo que ellos conocen de nosotros. Podemos informar, podemos convencer, dar certeza y generar credibilidad: podemos comunicar mejor acerca de nosotros.

Todos -en alguna medida- somos un personaje, una representación, cubrimos un rol, desempeñamos una función para el resto de la gente: podemos ser admirados o rechazados, menospreciados, respetados, calificados, segregados o aceptados. El juicio social se detona de manera automática, sin aviso previo, a veces sin que lo sepamos. Nuestra entrada a un lugar, la voz, la postura, los gestos, el vestuario, el lenguaje, la oficina, los amigos y lugares que frecuentamos, todo contribuye a crear la manera en que la gente nos percibe e inevitablemente cuando la gente nos percibe, nos construye, nos deforma o nos destruye.

Lo que somos es una realidad que se forja con opiniones, sensaciones, inferencias, creencias, sentimientos con o sin nuestra participación. Nuestra verdadera personalidad -si no es comunicada adecuadamente- corre el riesgo de ser limitada por nuestras audiencias, ya que fácilmente -a partir de datos parciales- pueden asumir que somos incapaces, hábiles, calificados, honestos, descuidados, detallistas, felices, amargados, flojos o incompetentes. Es cosa común que no se requiera que nos conozcan o nos traten para calificarnos, es parte de la naturaleza humana. En síntesis, somos -querámoslo o no- una imagen, es nuestra responsabilidad construirla adecuadamente y velar por ella.

Podemos enviar mensajes eficientes para dar claridad, podemos desterrar las creencias de la gente, sus prejuicios, sus temores. Con determinación personal, honestidad, la preparación adecuada, la disciplina y el trabajo necesario, podemos mostrar que somos accesibles a quienes en algún momento pensaron que éramos lejanos e insensibles. Podemos acabar con los mitos que se tejieron a nuestro alrededor, de los cuales pudiéramos o no estar enterados. Cuántas veces usted se ha dicho: ¿quién soy yo?, ¿está segur@ de saber quien es para los demás?; ¿sabe todo lo que se dice sobre usted?; ¿sabe si la gente es verdaderamente honesta con usted al expresar sus inquietudes o necesidades?; ¿conoce hasta qué grado la gente confía en usted?; ¿ha dejado de sentir la cercanía de sus amigos?; ¿por qué en algunos momentos siente que ha dejado de avanzar en sus metas?

La respuesta a muchas de estas cuestiones podría estar relacionada con problemas específicos de comunicación vinculados a la construcción de imagen que no le permiten consolidar su liderazgo.

Un proceso estratégico para la construcción de imagen como soporte del liderazgo requiere de 10 pasos secuenciales muy concretos.

1) Reconocimiento. Exploración, análisis y evaluación de las cualidades, esencia, valores, potencial, intereses, objetivos y expectativas de quien quiere transmitirla. Ambientes, lugares de trabajo, zonas de desenvolvimiento. ¿Quién soy? ¿Cuáles son mis fortalezas, debilidades, oportunidades y amenazas? ¿Qué busco lograr con mi imagen? ¿Qué quiero transmitirle a la gente? ¿Cómo me gustaría que me percibieran?

2) Análisis y estudio de las audiencias a quienes va dirigida la imagen. Evaluación de su realidad, formas de percepción, ambientes, contexto, hábitos, comportamientos, expectativas, necesidades y formas de comunicación. ¿Quién tiene una imagen de mí? ¿Cómo es esa imagen? ¿Cómo comunico? ¿Qué se dice, piensa o juzga de mí?

3) Estudio de la congruencia entre la imagen objetivo y las percepciones de las audiencias. ¿Qué tanta distancia hay entre lo que soy y lo que se percibe de mi? Lo que se dice de mí: ¿es justo, es real, es sincero, es adecuado, bueno positivo o todo lo contrario?

4) Analisis de la competencia. Por lo general cualquier imagen tiene una competencia, abierta, discreta, simulada, real o ficticia, supuesta u oculta. La gente líder siempre está expuesta, esa es su misión, son referentes visibles, motivadores, personajes que deben ser vistos por todos. No están exentos de recelo, envidia o conflictos. De hecho, una de sus funciones en evitar que el grupo se pierda o se desintegre por cualquiera de estos factores. Así que debe competir para afirmarse, debe salir airoso de la contienda, mostrarse victorioso, nadie debe ser igual en lo interno, ni superior en lo externo

5) Determinación del modelo de imagen ideal a comunicar. Desarrollando el contenido, mensajes, formas de exposición, medios, estrategias de posicionamiento, tácticas de diferenciación, administración de contingencias y escenarios que se requieren.

6) Entrenamiento y capacitación. La más dura y determinante, incluye el refinamiento, protocolos, estímulos, formas, capacidades, habilidades, recursos, formas de expresión y contacto que se requieren afinar y desarrollar. Consiste en minimizar las características negativas y potenciar los factores positivos para forjar la imagen ideal. El rol de materias aquí es mayor y menor en la medida de la problemática atender. Existen aspectos de imagen verbal, como el uso de la voz, habilidades de oratoria, discurso, negociación o comunicación personalizada. Adicionalmente los relativos a la imagen no verbal como vestimenta, accesorios, uso de distancias y dinámica del movimiento, la postura y la apariencia personal. Por otro lado, protocolos ejecutivos, al teléfono, trato social, organización de eventos, comunicación personal, etc.

7) Desarrollo estratégico. Implementación de los procesos, en ocasiones requiere de la organización de eventos, exposición en medios, trabajo de relaciones públicas, ambientación, apoyo logístico, capacitación del equipo de trabajo o la familia.

8) Desarrollo táctico. Aquí se incluyen aspectos complementarios como el desarrollo de sistemas de información, soporte laboral, alianzas, metas parciales de corto plazo a lograr, así como habilidades secundarias para consolidar el liderazgo y que se enfocan al grupo o audiencias objetivo. Visión, misión, motivación, coordinación, disciplina, entrega, sentido de pertenencia, unidad. Puede requerir de materiales de comunicación o del uso de medios alternativos para soportar la comunicación de la imagen.

9) Evaluación. Seguimiento de los avances logrados, comentarios, opiniones, dependiendo del nivel y ámbito de competencia se usan sondeos o encuestas, grupos de enfoque, estudios psicológicos y/o referenciales. ¿Qué se dice, percibe, juzga de mí ahora? ¿Hemos avanzado o retrocedido? ¿Estamos en el camino correcto?

10) Perfeccionamiento. La dinámica de la imagen requiere de constante actualización, de una búsqueda y exigencia continuas, no se acaba nunca. Quien crea una imagen, debe mostrarla, debe luego diferenciarla, al posicionarla desarrolla un estilo, una percepción, una audiencia y crea una espacio propio. Mantenerla requiere de innovación. La vigencia del liderazgo reside en reinventarse cada día, de anticiparse a un mundo complejo que cambia cada instante. Implica ser flexible, adaptable y tolerante. La tiranía de la imagen consiste en ser dinámica, la del liderazgo en que para que exista debe ser ejercido, mostrado, percibido, concretado, alcanzado todos los días.

México 2018.

Los artículos publicados son opinión del autor y no reflejan el punto de vista de InfoSol / Mi Espacio®.

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